El Soleil Royal

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Construcción de un barco

La construcción de la maqueta de un barco es una experiencia única. A diferencia de otros tipos de reproducciones, requiere materiales naturales como la madera, cuyo empleo necesita de ajustes y técnicas específicas. Una típica maqueta de barco, incluso si se trata de un producto presentado presentado en una caja de montaje, no tiene nada que ver con un kit de plástico: cada pieza tiene que adaptarse y, por así decirlo, modelarse antes de colocarla. La construcción es progresiva, evoluciona poco a poco, pasando de una fase a la siguiente, y cada etapa exige una experiencia y un saber hacer diferentes.
Quien aborda por primera vez esta afición quizá tendrá, al principio, dificultades para comprender cómo es posible completar una reproducción majestuosa (impresionante y fiel hasta el último detalle a una gran nave, dotada de todos sus mástiles, velas, cañones y equipamiento) a partir de un montón de piezas contrachapadas sueltas. Sin embargo, conseguirlo está al alcance de todo el mundo, incluidos quienes no son particularmente hábiles en los trabajos manuales. No obstante, es evidente que la experiencia facilita mucho el trabajo. Durante la construcción de una maqueta naval de madera, sea la que sea, se pasa inevitablemente por fases delicadas y momentos críticos: algunos son inevitables, otros exclusivos de un determinado tipo de maqueta. Pero todos estos problemas ya los han encontrado y solucionado modelistas que más allá de sus conocimientos individuales han aplicado simplemente técnicas y métodos nacidos de su experiencia.

jueves, 15 de octubre de 2015

Del espolón al beque, funciones y evolución

Hasta inicios del siglo XIX la parte delantera de los buques de guerra estaba constituida por un elemento prominente, de forma redondeada y encajado delante de la proa. Este elemento, llamado beque, correspondía a la evolución del espolón, de estructura análoga en las antiguas galeras de remos. En aquellas, el espolón desempeñaba un papel de extrema importancia: era la principal arma ofensiva de los buques de guerra. Estaba constituido por robustos travesaños de madera y podía tener una punta de metal. Se fijaba con firmeza a la proa e inmediatamente debajo de la línea de agua, o alineado con esta, y provocaba daños gravísimos a los buques enemigos.
En el transcurso de la Edad Media, esta función se abandonó de manera gradual: se levantó el espolón sobre la línea de agua, de modo que su carácter ofensivo desapareció y su designación cambió y pasó a llamarse beque. Cuando tuvo lugar la batalla de Lepanto (1571), el espolón de la mayor parte de las galeras ya se encontraba completamente fuera del agua, era más largo, servía como base para maniobras y ornamentos, y ya se denominaba beque.
En los veleros de guerra, el beque se acentuó de manera definitiva alterando de manera progresiva su forma: se diseñó bajo y prominente en los galeones hasta inicios del siglo XVII, o se elevó, suavizando sus formas, en los otros tipos de embarcaciones.
Su aspecto se mantuvo inalterado hasta inicios del siglo XIX (ver Imagen 26), conservando solamente la función de sostener los mascarones de proa, como se puede ver en la Imagen 27. A pesar de no desempeñar una función estructural determinante, el conjunto del extremo de proa era bastante complejo debido a la presencia de numerosos elementos decorativos y a la plataforma para el mascarón de proa que, entre otras funciones, servía también para alojar las letrinas para la tripulación.


Imagen 26


Imagen 27


Imagen 28

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