El Soleil Royal

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Construcción de un barco

La construcción de la maqueta de un barco es una experiencia única. A diferencia de otros tipos de reproducciones, requiere materiales naturales como la madera, cuyo empleo necesita de ajustes y técnicas específicas. Una típica maqueta de barco, incluso si se trata de un producto presentado presentado en una caja de montaje, no tiene nada que ver con un kit de plástico: cada pieza tiene que adaptarse y, por así decirlo, modelarse antes de colocarla. La construcción es progresiva, evoluciona poco a poco, pasando de una fase a la siguiente, y cada etapa exige una experiencia y un saber hacer diferentes.
Quien aborda por primera vez esta afición quizá tendrá, al principio, dificultades para comprender cómo es posible completar una reproducción majestuosa (impresionante y fiel hasta el último detalle a una gran nave, dotada de todos sus mástiles, velas, cañones y equipamiento) a partir de un montón de piezas contrachapadas sueltas. Sin embargo, conseguirlo está al alcance de todo el mundo, incluidos quienes no son particularmente hábiles en los trabajos manuales. No obstante, es evidente que la experiencia facilita mucho el trabajo. Durante la construcción de una maqueta naval de madera, sea la que sea, se pasa inevitablemente por fases delicadas y momentos críticos: algunos son inevitables, otros exclusivos de un determinado tipo de maqueta. Pero todos estos problemas ya los han encontrado y solucionado modelistas que más allá de sus conocimientos individuales han aplicado simplemente técnicas y métodos nacidos de su experiencia.

martes, 8 de octubre de 2013

Buques de guerra: categorías y clasificaciones

La época comprendida entre la segunda mitad del siglo XVII y principios del siglo XIX presenció el nacimiento, la rápida consolidación y el perfeccionamiento técnico de un tipo específico de buque de guerra: el navío de línea. Especialmente bien logrado, tanto desde el punto de vista náutico como por su capacidad de combate, el navío de línea siempre ha tenido una gran popularidad entre los modelistas: algunos de los más bellos veleros pertenecen a esta clase.

Tipologías de buques

Con el término "navío de línea" se define un tipo específico de buque de guerra. Esta expresión fue introducida en la jerga de los marineros cuando, en 1653, un almirante inglés, por petición de Oliver Cromweell, ordenó a los buques de guerra que combatieran en línea (una larga fila de buques alineados proa con popa) para desplegar la máxima potencia de fuego de artillería situada a lo largo de ambos costados. La posición de los buques concentrados de esta manera podía obtener efectos devastadores. La elección de este modo de combate tuvo una influencia significativa en la proyección y construcción de los buques destinados a este tipo de confrontación, definidos desde entonces como "de línea". A partir del momento en que los criterios seguidos en la construcción de buques pasaron a ser los mismos (todas las armadas europeas adoptaron la formación en línea), los veleros empezaron a parecerse en líneas generales. Sin embargo, hay distinciones muy concretas basadas en el número de cañones que los arman, lo que origina clasificaciones específicas.

Órdenes y clases

A finales del siglo XVII, el navío de línea de las grandes potencias navales se subdividía en seis categorías, también denominadas órdenes o clases.
Las primeras cuatro clases abarcaban los buques armados con un número de cañones de entre 50 y 120, distribuidos por dos o tres cubiertas, designadas como "baterías"; estos  veleros eran concebidos específicamente para combatir en línea y representaban el núcleo más importante de la marina de guerra. La quinta clase comprendía las fragatas, buques con una sola cubierta de batería y que podían operar en formaciones de diversos tipos y con modalidades autónomas. En la sexta clase se encontraban los buques de dimensiones menores, pero con un número de cañones que se mantenía en 24. Los veleros que pertenecían a la primera clase se destinaban en general a los almirantes y comandantes de escuadra: tenían entre 91 y 120 cañones, distribuidos en tres cubiertas. En la segunda clase estaban las embarcaciones comandadas por oficiales de alto rango. Estos buques disponían de un número de cañones de entre 81 y 90, repartidos en las tres cubiertas. Las embarcaciones clasificadas en la cuarta clase eran las menos armadas entre las de formación en línea: tenían 50 cañones en dos cubiertas.
Durante el siglo XVIII, las embarcaciones de 50 cañones en dos cubiertas fueron sustituidas por las fragatas, que, a pesar de tener igual número de bocas de fuego, se caracterizaban por la disposición de la artillería en una sola batería.
Solamente en España la denominación de los buques tuvo algunas variantes. Se designaron como "navío real" aquellos que tenían entre 74 y 90 cañones, y "tres cubiertas" a los que tenían entre 90 y 120 cañones. También se construyó un único ejemplar de cuatro cubiertas, el Santísima Trinidad, que fue armado con 140 bocas de fuego.


Las embarcaciones menores de la época

Naturalmente, además de los buques de guerra propiamente dichos, había un gran número de pequeñas embarcaciones de estilos diversos. Para que se tenga una idea aproximada de los tipos de unidades navales que atravesaron los mares desde el siglo XVII hasta principios del XIX, la Imagen 4 ofrece una panorámica de algunos de los tipos de buques de vela más difundidos de la época.
Las grandes batallas "en línea" preveían un enorme despliegue de fuerzas y una organización compleja que forzaba a las flotas involucradas a usar embarcaciones menores, frecuentemente no armadas, con fines logísticos. Muchas de estas embarcaciones eran utilizadas por los servicios postales y de enlace, otras como mensajeras o vigías, sin dejar de mencionar el abastecimiento de alimentos y municiones y el transporte de tropas. En todas estas actividades se utilizaban las embarcaciones adecuadas al servicio y adaptadas a sus finalidades (la elección se hacía en función de sus cualidades de velocidad, de maniobra y de capacidad). Por lo que parece, estas pequeñas embarcaciones también eran las preferidas por los grupos de piratas que infestaban el Mediterráneo, siendo el jabeque la más temida de todas.

Imagen 4





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